jueves, 3 de febrero de 2011

Cultura y Educación
La cultura “es conocimiento, capacidad y actitud de que dispone toda persona humana para desenvolverse en su vida” (Besalú Xavier. 2008). Con esta idea comprendemos que no es la persona la que pertenece a la cultura, sino la cultura a la persona. Esta cultura es heredada de padres a hijos, por lo que nos enfrentamos a la problemática como padre de que es lo que quiero que mi hijo aprenda, y  como hijo el saber aprender lo que se nos enseña, por lo que es difícil de entender por qué aun padecemos ciertos problemas sociales, como lo es el machismo.
            En algunos países sigue vigente el machismo (en unos más notorio que otros). Iniciando desde las escuelas. Es verdad que actualmente tanto hombres como mujeres compartimos las aulas de las escuelas, pero hay que fijarse que los hombres tienen más espacio e instalaciones para su ocio masculino, mientras que es muy raro ver a una mujer jugando futbol. Desde aquí surgen los grandes problemas de la llamada equidad de género, ya que desde las escuelas, las mujeres no encuentran ese espacio que necesitan para potencializar sus habilidades.
Hay países donde esta cultura machista es más controlada que en otros, existe pero solo como bloqueo a los derechos de las mujeres, pero también hay países donde esta cultura llega a corromper la integridad física de las mujeres, como la mutilación genital en áfrica que ha cobrado la vida de muchas mujeres y niñas solo porque su cultura lo indica. La cultura puede ser la clave en el progreso o en el rezago de los países, ya que hay países que anteponen su cultura sobre la ley. Tal vez esta problemática podría ser la respuesta al fallido progreso que se esperaba de la Declaración del Milenio.
La Declaración del Milenio fue aprobada por 189 países  en septiembre del 2000 durante la Cumbre del Milenio, teniendo 8 objetivos un tanto ambiciosos, los cuales se intentan alcanzar para el 2015. Estos objetivos son principalmente erradicar la pobreza extrema,   lograr una enseñanza  primaria de manera universal, promover la igualdad de género, reducir la mortalidad infantil, mejorar la salud materna, combatir el VIH/SIDA, garantizar una sostenibilidad del medio ambiente y fomentar una asociación mundial para el desarrollo.
Con desgracia vemos que este plazo que estableció el PNUD está llegando a su fin y no hay un progreso notorio en sus objetivos; la pobreza extrema parece empeorar y con esto se también aumenta el número de mortalidad infantil, también encontramos no hay un acceso universal para el tratamiento de la infección del VIH como se esperaba para el 2010 y mucho menos podemos hablar de que se pueda detener la propagación del virus para el 2015.
Si hubiésemos leído este texto hace diez años, pudimos haber creído que sería posible cumplir con estos objetivos, lamentablemente se termina el tiempo y no hay un progreso notorio en ninguno de los ocho objetivos que se planteaba. Tal vez parte de esta culpa reside en nosotros y a esta cultura que nos negamos a cambiar y que sin darnos cuenta es lo que frena nuestro desarrollo.